Roberto Hilson Foot (1961)
Co-fundador y Director de Estudios Patagónicos. Hace más de 40 años que recorre la Patagonia en solitario o liderando pequeños grupos habiendo caminado 25 mil kilómetros. Licenciado en geografía de la UBA. Becado por la FURP para realizar estudios en EEUU en ciencia política y economía. Adscripto a la cátedra de Epistemología de la Geografía (UBA). Obtuvo una beca de la National Science Foundation y el AMS para el Maury Project en oceanografía. Participó en el proyecto financiado por la Fundación Antorchas y Repsol – YPF para el monitoreo térmico del Río de la Plata. Ha sido capacitador de ESSARP en el área de geografía.
Autor de tres libros “Ausencias Patagónicas”, “Darwin en ostreros y pingüinos” junto a Pia Simonetti y “Observaciones geomorfológicas y comunidades científicas”.
Daniel Magaldi (1965)
Co-fundador. Desde temprana edad ha recorrido la zona de la Cordillera Austral. En la actualidad realiza caminatas y expediciones por la zona cordillerana de nuestro sur. Hace más de 40 años que recorre distintas zonas de la Cordillera de los Andes en las provincias patagónicas y las Regiones Australes de Chile. Dedica parte de su tiempo al estudio de textos e historias de la Patagonia. Docente en el área de informática y tecnología. Capacitador en ESSARP. Asesor para los Diplomas en Informática de Cambridge International Examinations.
Juan Manuel Botello (1985)
Licenciado en Turismo de la Universidad del Salvador. Ha recorrido como parte de Estudios Patagónicos varios miles de kilómetros de la región.
Reynaldo Illa (1984)
Programador web, encargado del mantenimiento del sitio Estudios Patagónicos.
Analía Roggero (1974)
Correctora de textos y artículos hasta 2008.
Daniel Roberto Bruno (1978)
Participa de las expediciones de Estudios Patagónicos desde 2002. Estudió Ingeniería Industrial en la UBA. Ha sido responsable de la logística de varias expediciones y de la fotografía. Becado por la Universidad de San Andrés y por el Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA) para estudiar Economía, finalmente eligió la ingeniería en la UBA. Becado además por la American Management Association y la Foundation for Economic Education para realizar seminarios en Estados Unidos, ha trabajado en recursos humanos, logística y operaciones.
Dedicatoria Estudios Patagónicos
Los expedicionarios han sido partícipes insoslayables de las observaciones y descubrimientos presentados en esta página y los libros que hemos ido publicando a lo largo de los años. Audaces protagonistas de lo que estimamos se convirtió, con los empecinados años, en la mayor exploración a pie de la historia de la Patagonia cubriendo más de 25.000 km caminados a lo largo de cuatro décadas de incontables esfuerzos, peligros y aventuras.
Atravesamos áridas estepas, recorrimos en varias ocasiones la extensa costa argentina, cruzamos mesetas, campos de lava y cadenas de montañas de los Andes, relevamos las cuencas de los mayores ríos de la región, seguimos las trazas de las líneas férreas que atravesaron el territorio patagónico, cruzamos, muchas veces nadando, caudalosos ríos y lenguas de mar eludiendo las amenazantes mareas y las gélidas temperaturas del agua. Con esfuerzos, a veces brutales, exploramos bosques que los cartógrafos nos advertían como intransitables. Agotadores turbales nos forzaron a un lento y extenuante andar, enfrentamos la sed, el hambre, los animales salvajes y los violentos temporales de nieve con sus heladas y peligrosos vientos blancos. No lo hicimos ni por la adrenalina, ni para batir ninguna marca, ni competir contra nadie, sino que intentamos facilitar, en un andar comunitario y solidario, la posibilidad de que cada integrante de las expediciones pudiera hacer su viaje y su búsqueda personal en aquella dimensión que le fuera más afín, a condición del respeto sagrado por la seguridad comunitaria, la vida humana y el mínimo impacto sobre el ambiente, con el anhelo compartido de desentrañar en la Patagonia las claves de nuestra condición americana del sur.
El director de esta página les da las gracias por su camaradería, saluda vuestro coraje y determinación y les dedica afectuosamente estas humildes contribuciones.
Hay un lugar que yo me sé
en este mundo nada menos
a donde nunca llegaremos.
Donde, aún si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será, en verdad, como no estarse.
En ese sitio que se ve
a cada rato en esta vida,
andando, andando de uno en fila.
Más acá de mí mismo y de
mi par de yemas, lo he entrevisto
siempre lejos de los destinos.
Ya podéis iros a pie
o a puro sentimiento en pelo,
que a él no arriban ni los sellos
…Tal es el lugar que yo me sé.
César Vallejo (1892-1932)
Los Expedicionarios (1980-2022)
Ignacio Amalvy Degreef
Nayi Awada
Pedro Beilin
Juan Manuel Botello
Sebastián Bradley
Tomás Bradley
Daniel Bruno
Pedro Bruno
Florencia Campetella
Horacio Cerutti
Oscar Colombo
Leandro Espinoza
Connor Fernández
Manuel Fernández Arroyo
Federico García
Gastón García Guevara
Ignacio Gatti
Nicolás Di Giácomo
Juan Cruz González
Gerónimo Hernández
Martín López Behar
Daniel Magaldi
Juan Manuel Massó
Gonzalo Molinari
Matías Nieto
Carlos Pensalor
Hernán Resch
Analía Roggero
Mariano Rolando
Juan Ruiz
Tomás Ryan
María Eugenia Salazar
Sol Sebastián
Pía Simonetti
Vera Solís
Federico Suardi
Nicolás Tarelli
Jeremías Travaglini
Valentín Viñales
Lucas Young.
From this day to the ending of the world,
But we in it shall be remembered
We few, we happy few, we band of brothers;
For he to-day that sheds his blood with me
Shall be my brother.
William Shakespeare (1564-1616) “Henry V” (Act IV Scene III)
TOMÁS SALVADOR BRADLEY (1983-2023)
Intentaré dejar en claro lo agónico que me resultan estas palabras.
Cuando hace unos años decidimos con Federico García, director de Ediciones Hasta Trilce y hermano de la vida de Tomás, publicar mi primer libro “Ausencias patagónicas” acordamos que el prologuista flagrante debía ser Tomy. En ese texto, cuestionaba la legitimidad de su rol por el vínculo con el autor del libro, pues reflexionaba acerca de las dificultades que aparecen cuando el prólogo lo escribe un amigo del autor o aún peor decía, cuando es fruto de un “hijo del autor”. Ese sentimiento que construimos a lo largo de un cuarto de siglo explica la intensa laceración que entraña esta parada.
En ese fondo del tiempo, en un viaje de estudio que compartimos a Península de Valdés lo acerqué a la fascinante aventura de la poética de César Vallejo, con el que desde entonces, dialogamos en las constantes intersecciones de nuestros caminos. En el libro de Vallejo publicado en 1919, en el poema que le da nombre, es posible abrevar para intentar expresar el dolor que me ahoga, pues dice en “Los Heraldos Negros”:
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
… Hay golpes en la vida, tan fuertes…Yo no sé!
Lo recuerdo en ese fondo de los tiempos, con su desaliño adolescente, con ese andar oscilante tan distintivo, consecuencia de viejas heridas que le generaron a lo largo de los años dolores físicos a los que se sobreponía como domador, como hombre de campo montado en su amado Bolívar, o como caminante de miles de kilómetros expedicionados en la Patagonia.
Ese joven podía encarnar la más fresca de las picardías en carcajadas con frecuencia mal contenidas, la fraternidad más austera con sus amigos, el desenfreno dionisíaco que expresaba su deseo de atrapar toda la vida, mientras portaba una interminable cantidad de dudas e inquietudes artísticas, políticas y filosóficas que intentábamos resolver en un diálogo indefectiblemente fructífero. Pero también, incluso siendo acaso demasiado joven, intentaba cargar con la tristeza y angustia más profunda y no solo por la tragedia familiar que significó perder tempranamente a su padre, sino también porque pretendía ser una suerte de Atlas contemporáneo que se esforzaba por cargar con los padecimientos más profundos y agobiantes de nuestra endeble humanidad.
Adoraba a su hermana Paula, con la que compartió su pasión por la música y para quién intentó ser un padre protector. Hizo de la relación fraternal con su hermano Sebastián, una forma especular para multiplicar sus talentos y fortalecer sus mundos. Mantuvo hacia su madre Lidia la lealtad, el compromiso y el amor del hijo mayor que buscó proteger a su familia.
En estos últimos años contó con el tierno amor que se brindaron con Irene que tanto ayudó a limar asperezas, contener desbordes y calmar angustias.
Su vida se desenvolvió en una multiplicación proteica de dimensiones, que a veces parecía infinita y que pudimos apreciar en la heterogeneidad de los que concurrieron o expresaron sus homenajes ante su muerte. Mantuvo un persistente compromiso social y político. Desplegaba una gran energía en su trabajo en el campo. Hacía de la música y la poesía una presencia habitual y persistente como forma de relacionarse con el mundo.
A partir de esa iniciativa de teatro popular que desplegamos desde 2005 a 2007 y que llamamos “No pasarán” una visión republicana sobre la Guerra Civil Española y que por momentos parecía una epopeya quijotesca de algo más de medio centenar de jóvenes actores, músicos y técnicos, se consolidó la creación de “La Lija” conformado por un extraordinario y entrañable grupo de músicos y compañeros atravesados por la energía de Tomás.
Su dedicación al teatro lo llevó luego del paso por “Goyeneche” a la creación junto a Paula, Sebastián y Nayi del “Teatro Hasta Trilce” que se fue desenvolviendo en centro cultural, lugar de encuentro de pertenencias ideológicas y políticas, espacio abierto al cine, a las ferias de arte y de libros y que generó ramificaciones como Trilce Radio, Ediciones Hasta Trilce, Alunísono, participaciones en películas como Latitud 55Sur y mucho más.
Además de esta abrumadora lista de logros no olvidemos su trabajo en educación carcelaria, su militancia de base, su compromiso con las causas de los derechos humanos y su defensa de los intereses populares siempre buscando estar allí donde lo necesitaron los más débiles y postergados. Muchos de esos innumerables proyectos nacieron de arduos debates durante los remansos de las expediciones patagónicas que fueron momentos de fructíferas discusiones, complejas lecturas y resoluciones.
El poema también de César Vallejo de su libro de 1922, “Trilce” puede ayudarnos a sintetizar esos muchos eslabones de esa larga y poderosa cadena que fue la vida de Tomás cuando el poeta peruano cantaba:
Hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.
Donde, aun si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será, en verdad, como no estarse.
Es ese sitio que se ve
a cada rato en esta vida,
andando, andando de uno en fila.
Más acá de mí mismo y de
mi par de yemas, lo he entrevisto
siempre lejos de los destinos.
Ya podéis iros a pie
o a puro sentimiento en pelo,
que a él no arriban ni los sellos.
Ese andar de uno en fila por los lugares donde no llegan los sellos, me lleva nuevamente al recuerdo de nuestras expediciones a lo largo de la “esfinge” patagónica repleta de secretos en las que como una verdadera banda de hermanos, buscábamos los sentidos de nuestra identidad americana del sur. Relataba con frecuencia Tomás, un episodio que compartimos con Juan Manuel Botello e Ignacio Amalvy De Greef en el que estando allí, en cierto lugar de la Patagonia tras andar varios días por el desierto lindero al mar, conversábamos sobre la pequeña y débil vida y la todopoderosa muerte. Especulábamos entonces sobre la forma aplastante de ser de un mundo que parece barroquizarse infinitamente y en aquella ocasión, como en tantas otras con otros integrantes, acordábamos que no debía olvidarse que cuando todo fuera jaque mate en la vida, esas laderas y esos días y esos cerros y nosotros y vosotros lectores que habéis conocido a Tomás Salvador Bradley, en cada una de vuestras experiencias compartidas, seguiremos allí, compañeros, caminantes y felices, pues la vida en definitiva es más, es sin duda más, aunque la muerte fuera toda.
Me atrevo a pensar que el testimonio de nuestro homenaje no debe estar solo en nuestras lágrimas o palabras, sino más bien en nuestros actos, que logren en la medida de las posibilidades de cada uno, que podamos entre todos los involucrados, continuar con su obra.
En mi caso y estoy seguro que no estaré solo, parece un deber insoslayable poder dar a conocer su obra literaria única, que se fue consolidando luego de muchos años de vacilaciones identitarias en las que creo, fue paulatinamente afianzando su estilo en torno a su poética. Tomás ha sido un escritor extraordinario y debemos difundir su inmensa obra.
Deseo terminar haciendo una referencia al pertinente moto de su apellido, el cual se hunde en la oscuridad del mundo anglosajón del siglo VII como Broadles que en inglés antiguo implicaba siempre algo ancho, amplio o sea “brade”, “brad”, “broad”, (amplio o espacioso), con “lea” “leah”, para meadow or clearing, o sea prado despejado. Refiere por tanto a los que viven cerca o en el borde del amplio prado. Ese referido moto familiar afirma en latín: “Honor post funera vivit” que podríamos traducir al inglés como “Honour lives after death” al que llegamos en una de las cientos de investigaciones que emprendimos a lo largo de los años. Ese moto familiar, tan adecuado para el entrañable Tomy, lo retomamos en nuestras especulaciones literarias cuando, a raíz de narraciones vinculadas a pilotos y combates aéreos, le compartí la inscripción que está en la lápida de la tumba de mi tío, también un Thomas, en Eindhoven, cuyo avión fue derribado por los nazis en 1942 y que despertó en Tomás una profunda emoción con la promesa de usarlo en alguno de sus textos. La lápida reza: “At the gowing down of the sun and in the morning we will remember them”.
Ambas frases se me hacen carne pues puedo acordar en forma incondicional en que el honor de Tomás debe vivir luego de su muerte y que lo recordaré en cada atardecer y en cada amanecer, en cada uno de esos inmensos desiertos, ríos y cordilleras que cruzamos a fuerza de empeño y camaradería expedicionaria.
Es comprometiéndonos con su legado cómo mejor podemos recordar su obra para así poder agradecerle a Tomás por su vida, que sin duda nos hizo mejores.
Roberto Hilson Foot
Integrantes de las expediciones de relevamiento: Los integrantes de cada expedición se incluyen en el encabezado de cada uno de los artículos.