Intentar siquiera describir sensaciones,
recordando sonidos en muros insomnes
allí donde agónicos ecos quebraron sentidos.
Añorar en la ausencia la risa de niños,
ver como el viento arrastra memorias
frustrando palabras en vanos intentos.
Ante un mundo que empuja y enrostra,
haber devenido agonía de turbia desidia,
hallando frases que solo evocan olvidos:
como una flor que se ha ido marchitando
como una pintura que se ha ido gastando
como un clavo que hecho de esperanzas
se oxida olvidado en maderos caídos.
Puertas que ya no cierran
sueños que ya no hablan
niños que ya no juegan,
en un pueblo de ausencias y olvidos.